lunes, 12 de septiembre de 2011

Chocolate


Oleo sobre tabla, 60x40, 2000
Retrato del genial cantaor jerezano, una de las voces roncas y gitanas que más me han estremecido en los festivales veraniegos en los que pude verlo, siempre a la usanza típica del cantaor: enchaquetado de negro, camisa blanca y ofreciendo una variada gama de gestos llenos de plasticidad, muy dignos de ser atrapados por la pluma del dibujante inquieto. Por las páginas de los programas de mano de los encuentros flamenco del Puerto y en algunos cuadernos que llevé al festival de la guitarra de Marchena o la noche flamenca ecijana, aparecen trazos con la cara del cantaor y algunos de sus gestos de dolor mientras interpretaba una siguiriya.

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